En este post comparto una reflexión sobre la innovación pública, donde las instancias públicas no se dediquen a innovar, sino que la faciliten con una mirada de emprededor.
Es una mirada alternativa, no excluyente de otras opciones, pero ¿por qué no?
Lo primero que debe decirse es que esta idea es válida siempre y cuando el entramado público, sea gobierno, estado y/o actores sociales, no dificulten la innovación con intereses propios, falta de transparencia, opacidad, inercia pública o simplemente retórica.
Por supuesto lo anterior puede pasar, en cuyo caso los mecanismos públicos deben cuidar que las cosas ocurran tal como los ciudadanos y las necesidades lo requieran.
Vamos ahora a lo nuestro.
Existe una creencia o utopía de que el estado/gobierno deben innovar, pero esto suele limitarse a mejorar procesos y meter más y más tecnología, con lo cual muchas veces aumenta corrupción, se instalan plataformas con costes absurdos o simplemente se hacen muchos talleres. Por supuesto hay que destacar los esfuerzos públicos en crear subsecretarías o direcciones de innovación, crear leyes de innovación (y/o de emprendimiento), contratar con fondos de multilaterales a consultores expertos en innovación pública, promover la participación ciudadana, páginas web de trámites, y así un etc., que no resulta ser tan amplio, pues siempre se cae o "remata" en lo mismo.
Sobre lo anterior, lo único que puede decirse es que la democracia fue una innovación. O sea, si queremos innovar en el espacio público habría que cambiar el modelo como los ciudadanos nos relacionamos. De esto escribí algo recientemente en un planteamiento de Diderot o desde la historia de la innovación desde el mismo Aristóteles y Platón, donde la innovación si se considera una innovación de lo público.
Claro, cuando se intenta innovar en el espacio público, siempre predomina la mirada clásica de la democracia, si bien a veces la innovación pública ha operado bien en sistemas no democráticos (Estonia, Turkmenistan, por citar algún que otro caso). Recordemos que los seres humanos construimos el futuro a partir de nuestros patrones actuales y mantención del status quo (entre endogamia mental y autopiesis natural).
Manteniendo que la democracia es un sistema de gobierno válido, toda propuesta de innovación basada en procesos o tecnología, queda en que debe mantenerse una relación ciudadano versus actor público. Empero ¿sería posible un sistema donde los ciudadanos se relacionan y deciden y el actor público aparece luego y surgido de un esquema donde el ciudadano más apto llevará adelante la propuesta consensuada? -una especie de democracia viva, no electoral-.
Como lo previo es difícil aún, dejemos que el estado/gobierno sea un emprendedor de la innovación o más bien un facilitador de la innovación, o sea, que genere políticas, estrategias y espacios donde la innovación se manifieste.
¿Qué opinas? ¿Dejamos que cuando hablemos de innovación pública, que innoven otros y el estado/gobierno sea el articulador, facilitador, promotor y emprendedor?
Acoto que estas ideas también buscan quitar presión al estado/gobierno cuando muchos actores no-públicos se quedan en que los gobiernos no innovan o no les dan beneficios fiscales para innovar. Pero, creo, esto es poco de "comodismo" y una excusa para que el sector privado y/o el social se quede en el discurso.
Te comparto 4 ideas y herramientas para avanzar en una transición intermedia o un primer paso en que el estado/gobierno sea un emprendedor de la innovación, es decir, que convierta innovaciones que le lleguen desde fuera del espacio público y las deje operando.
No es para llorar, pues probablemente surjan más negocios, siempre que no se cumpla la frase "hecha la norma, hecha la trampa".
Cultura de Innovación Pública en la nueva realidad (duración 56:42)