Esto exactamente es lo que le ha ocurrido al “networking”: algo que con anterioridad llamábamos “tomar unas cervezas con los compañeros del trabajo” o “una reunión informal” se ha convertido en un cóctel a la altura de los que se organizan en las bodas y donde lo de menos es hacer contactos laborales o mejorar procedimientos, técnicas y en definitiva crecer profesionalmente en base a la experiencia de otros.
Por esta razón huyo de los “networkings” que se hacen llamar como tal, que se anuncian mediante flyers de discoteca, y sin embargo procuro no faltar en todo aquel que se forma tras una importante conferencia, congreso o espontáneamente a las puertas de la oficina.
No obstante, como si se tratara de la aldea de Asterix y Obelix, siempre quedan reductos, reuniones planificadas expresamente para hacer crecer nuestro LinkedIn o lo que es más interesante, nuestra agenda personal. ¿Cómo reconocer estas reuniones?, ¿a quiénes acercarnos en ellas?, ¿qué podemos obtener de provecho en ellas?
Claves para sacar provecho a una reunión de networking
El networking como tal es útil en la medida que te lo tomes como útil: en mi caso personal he ido a reuniones de esta naturaleza simplemente por pasar un rato agradable y para reunirme con conocidos de la industria; y en otras ocasiones lo he aprovechado porque tenía la firme intención de “dar caza” a ese pez gordo, o partner que rehúsa mis llamadas o emails y que en un entorno mucho más amigable y predispuesto para ello se ve más receptivo.
Eso sí, en el caso de la segunda motivación, la que realmente da nombre a la causa, recomiendo romper con la zona de confort y no cerrarnos a nuestro “grupito”, abordando a aquellas personas que nos puedan resultar interesantes, ¿cuáles?
A quién todos miran de reojo
Hace unos años cenaba en un restaurante del centro de Barcelona cuando noté cierto revuelo… No un revuelo de romperse la calma, sino de sentir que pasa algo. La razón de este pequeño alboroto no era otra que uno de estos actores televisivos de la serie de moda del momento había aparecido por el establecimiento.
No había horda de fans, no había gente molestándole mientras cenaba, pero sí que se notaba que todos lo miraban y realmente deseaban sentarse a su lado. Pues lo mismo ocurre con “los peces gordos” de la reunión: detecta dónde están los movimientos, hacia dónde se dirigen las miradas e intenta sumergirte en ese círculo: no tienes por qué obtener con ello un contrato millonario, pero sí anécdotas, recomendaciones, market trends principalmente y buenas prácticas fruto de lo que aparentemente puede ser una simple conversación.
A quienes sonríen y lo pasan bien
Existen dos tipos de grupos en este tipo de reuniones de networking planificadas: quienes se tensan y buscan contactos “a la desesperada” (muchas veces exigidos por su trabajo, jefe o profesión), y quienes se toman esto como una forma distendida de hacer negocios, de romper las paredes de la oficina.
Este último grupo se comporta de una forma más natural: ríen y se les ve cómodos, se nota que no es su primer networking y que realmente creen en la eficacia de estos eventos pero sin tratarlos con diplomacia. A este grupo por lo general le “caen los negocios”, porque no están con la presión de llegar a objetivos en ese día o dos. Ellos están tranquilos incluso cuando no ha salido aparentemente nada fructífero, porque saben que siempre hay revancha y lo importante es cultivar las relaciones y expandir el alcance de sus contactos y conocimientos.
Estos grupos están más dispuestos a que te hagas oír, a que puedas entablar una conversación amena y sin pretensiones de la cual puedes obtener la vía de entrada a sus despachos en cualquier otro momento.
A quien no pudiste (o no te atreviste) dar caza
No nos debemos olvidar que el networking no son unas cervezas en el bar con los amigos: es una oportunidad. Por ello, si conoces de un evento en el que vaya a acudir alguien de tu ámbito laboral o de tu interés con quien tengas intención de hacer negocios no le pierdas la pista: ahora es el momento.
Insistimos: el networking no es reuniones en la cafetería. Abordar a alguien de estas características sin más en la cantina o en un entorno laboralmente no apropiado puede resultar incluso grosero. Sin embargo, hacerlo en estas reuniones con firmeza y determinación es lo que se espera de alguien que trae un proyecto interesante bajo el brazo.
Jamás criticaría a alguien que se acerque a mí en un networking llamado como tal con la intención de conocerme e interesarse por mis proyectos. Si no, ¿a qué iba a acudir?: ¿a exhibirme?, ¿a comer?
En definitiva de lo que se trata es de que sepamos devolver el significado real y la práctica que desde hace décadas se lleva haciendo bajo la actual denominación de networking: quitarle esas ínfulas de show, de premier hollywoodiense y disfrutar de nuestros trabajos lo mas posible, de nuestros hobbies más allá de nuestros elegantes edificios de acero y vidrio.
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