Del edificio con sus cuatro torres, sólo quedan en la actualidad tres: la de los Leones, por la cual se accede al conjunto monumental, la del Homenaje y la de la Inquisición. En el interior, podemos acceder a los diferentes patios, torres y salas que conforman el Alcázar, destacando el Salón de los Mosaicos donde podemos admirar bellos mosaicos romanos con una fuerte connotación mitológica. Ejemplo de ello es el mosaico de Eros y Psique, magistralmente descrito y explicado por el escritor José Carlos Fernández en su libro “Córdoba Eterna”.
A la majestuosidad del Alcázar hay que sumar la belleza que aporta la extensa zona ajardinada. Los jardines del Alcázar forman una elegante combinación de vegetación y agua, de sombras y luces que proporcionan al visitante un agradable espectáculo para los sentidos. Aunque todas las estaciones tienen su encanto, la primavera es sin duda la mejor época para visitar Córdoba y su Alcázar. Las flores ?siempre presentes- nos regalarán el olfato con sus penetrantes aromas; el agua, danzante en saltos y caídas, será para el visitante como una melodía refrescante y serena. Flores y agua son, pues, los protagonistas de estos jardines en los que también hay espacio para árboles tan representativos de esta tierra como el ciprés o la palmera.
Como testigos de una Historia que eligió Córdoba como escenario, y entre altos cipreses símbolo que son de la inmortalidad, se erigen las estatuas de los reyes que han tenido relación, de alguna manera, con el Alcázar. Y como colofón, un conjunto escultural con las figuras de los Reyes Católicos y Colón, representando quizás, el momento en el que ?por fin- el navegante recibe la tan buscada autorización para embarcarse rumbo a “las Indias”.
Espero que les hay gustado este paseo virtual por uno de mis rincones favoritos. Por su belleza, por su historia y porque forma parte de los escenarios de mi juventud, merece estar entre mis lugares con encanto.
Carmen Morales
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