Cuando se hacen correcciones en una imagen se corre el riesgo de perder algunos datos. Prueba, por ejemplo, a aclarar una fotografía similar a la que aparece aquí y, fíjate en el aspecto que presenta el histograma.
Todos los vacíos del histograma indican datos que faltan. Si una tras otra se van añadiendo modificaciones, la imagen tendrá una calidad inferior a la del original.
Por ello, resulta muy útil duplicar la capa de la imagen antes de realizar ningún cambio sobre ella. El único inconveniente de actuar de esta forma es que al duplicar la capa se multiplica también por dos los MB de la imagen.
En este caso, la solución pasa por utilizar en Photoshop las capas de relleno para realizar todas las modificaciones: trabajar las curvas, el balance del color o la conversión a blanco y negro. Pata activarlas basta con pulsar sobre el cuarto icono, contando desde la izquierda, en el papel de Capas de Photoshop.
Al usar las capas de relleno, el peso de la imagen no varía. Así podrás mantener la imagen original intacta, y si no te gustan los cambios que has hecho sólo tendrás que eliminar esa capa.
Otra ventaja que aporta este método de trabajo es que permite maquillar la capa o aplicar correcciones sólo en aquellas partes de la imagen que lo requieran. Para hacerlo, basta pasar con un pincel de color negro sobre las zonas que quieras para traer al primer plano la imagen que se encuentra debajo.
Cuando estés satisfecho con el resultado final podrás unir de forma definitiva las capas en una sola imagen.
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